martes, 6 de septiembre de 2011

GERTRUDIS DE MOSES, FOTÓGRAFA SURREALISTA

Esta es una conversión al positivo de una
plancha de vidrio antigua de Gertrud. 

Positivo de otra plancha efectuado por H.O.

Autoretrato de Gertrud, año 1925

Gertrud y H.O. en 1991 (Stgo.)

Dos "cabezas de pescado" de H.O. tomadas
por Gertrud en su estudio de Providencia, en 1991.
Una de estas se publicó en el libro "La muerte del
ruiseñor" (poesía, Dic.1991), del mismo escritor.

Gertrudis de Moses, nombre de casada que mantuvo durante toda su carrera como fotógrafa, Nació como Gertrudis Conitzer, hija de Hermann C., comerciante en Brandenburgo, cerca de Berlín, el 27 de Enero de 1901. A los quince años de edad se interesó por la fotografía pero como una afición sin mucho sentido, revelando sus placas de vidrio sobre madera, exponiéndolas al sol. Adoptó tempranamente la línea del “pictorialismo”, hermana del impresionismo en la pintura.


Estudió música en Munich y casó en 1923 con Ricardo Moses Rosenberg (1887-1951). En 1938 el matrimonio llegó a Valparaíso, con sus cuatro hijos, huyendo de la persecución nazi. Antes de salir de Alemania, una amiga le dijo: “Usted tiene que ser fotógrafa”, sin que nunca hubieran hablado al respecto. La profecía se cumplió. En Santiago, al enviudar, trabajó como retratista siendo reconocida por el alto grado sicológico que captaba de sus modelos. Gertrudis fundó con otros colegas el Foto Cine Club de Chile. Sus progresos en este arte fueron muy notorios y llegó a gozar el título de Artista Internacional del exclusivo FIAP, Federación del Arte Fotográfico de Berna (Suiza). Ha sido la única exponente chilena en el “Photographer’s Gallery” de Londres,  1980. Realizó importantes exposiciones en USA y otros países. Ganó Medalla de Bronce en la Feria Mundial de N.Y., de la compañía Kodak, año 1964. A la edad de noventa y tantos años todavía viajaba sola por Israel, Europa, América, acompañada siempre de su Leica y su Rolleiflex. Gran parte de su fama última se debió a las incursiones  visuales en el surrealismo, donde alcanzó a crear notables obras. Es, en efecto, precursora de la fotografía de vanguardia en Chile.
La conocí durante mi calidad de productor independiente de varios programas, entre ellos "Galería de Arte Huelén", difundido durante varios años, semana a semana, en la Radio FM de la U. de Chile, entre los años 86 y 92. Embarcado en esta grata tarea de difusión cultural tuve el privilegio de asistir a las inauguraciones de grandes exposiciones de arte visual de Santiago. Creo que en m/m 1988 conocí a esta singular dama en uno de dichos eventos y cuando observé su obra no me quedó otra cosa que admirar la calidad de su trabajo. Ocurría -y no es malo decirlo- que su presencia menuda y su dificultad para pronunciar el castellano (era como un divertido "chac.chac") la aislaban incluso de aquellos congéneres en el arte. Veíamos, además, que no se le reconocía su calidad de vanguardista de la fotografía, a pesar de algunos premios y distinciones. De modo que en su alto y seguro departamento de Av. Providencia, con vista al Cerro San Cristóbal, donde tenía su cámara oscura y su estudio, concurrimos con el compañero locutor muchas veces al responder a sus invitaciones a charlar; así, aprendimos a paladear deliciosos kuchen y otras delicatessen con fórmulas de la tradición hebrea. Desde la emisora destacamos su currículo artístico y constantemente nos invitábamos mutuamente a concurrir a las exposiciones. Ella estaba muy sola y tenía el dolor de sentir a sus hijos muy distanciados. Por respeto, sólo en escasas oportunidades tratamos sobre su vida familiar; al parecer, su amistad con el notable escultor Tótila Albert Schneider (1892-1967, chileno) había provocado una escisión con su hija que vivía en los EE.UU. Si en algo le fuimos útiles, hay que anotar el hecho de que la animamos a publicar un libro para que relatara la verdad de su vida y la verdad de su éxito como profesional de la fotografía. Esto le hizo muy bien. De repente se nos perdía y después nos contaba como si nada, que había recorrido Israel, que había estado en Alemania, y ya no recuerdo cuántos otros países. Viajaba sola y no soltaba jamás su cámara. Cierta vez, al bajar de su departamento en Santiago, un hombre trató de arrebatarle su Leica, pero ella no soltó la máquina, ni su cartera, y le dió de puntapies en los tobillos al ladrón mientras daba fuertes chillidos. El tipo se asustó y huyó cojeando. Gertrud tenía más de noventa años cuando eso ocurrió.
Era tía del famoso poeta y filósofo alemán-boliviano Gert Conitzer, esposo de la poetisa Yolanda Bedregal, una de las cumbres literarias de ese país. Como supo que yo me interesaba mucho por la poesía y la filosofía, en cierta ocasión me sorprendió con un regalo inesperado: un cuadernillo con escritos autógrafos de quien ella llamaba "mi primo". En otra ocasión le solicité que me tomara una foto de tal manera que mi cráneo pareciera una "cabeza de pescado en una bandeja"; debido a mi porfía de insistir en cierta forma de cómo adaptar la bandeja de cartón a mi cuello, la idea no resultó bien realizada. tengo alrededor de cinco imágenes distintas y, salvo la excentricidad de la postura, son buenos retratos. Puedo decir, en consecuencia, que fui modelo de Gertrudis de Moses.
Gertrud falleció en Santiago, el 27 de Enero de 1996. Publicó el libro “Caminata” en 1989, donde muestra parte de su obra y hace un relato de su vida. Otro álbum precioso es “Stroll, Memories of a Photographer”, de 1991. Al año siguiente, por consejo de dos de sus amigos, entre ellos Hernán Ortega Parada, una colección de más de 2.000 negativos fueron entregados a la Unidad de Fotografía, Archivo y Medios Audiovisuales de la Universidad de Chile, Santiago. Esta casa está autorizada para divulgar el patrimonio artístico, de alto valor, de Gertrudis de Moses.

H.O.P., 04.06.11

jueves, 17 de febrero de 2011

ESCRITOR EN EL BANQUILLO

Jorge Calvo, Hernán Ortega y Ramón Camaño, en Bs.As. 1984
para visitar la Feria del Libro, en representación de la revista
literaria "Huelén".

Fragmento de la entrevista para ESCRITORES AL BANQUILLO
que se puede leer desde hace varios años en el sitio web www.escritores.cl, dirigido por Ernesto Langer.

1.-¿Qué es para usted la literatura?
No es una forma de ganarme la vida. Aunque me hubiera gustado sustentarme en torno a los libros (he tenido que hacer todo lo contrario). No me gusta el best-seller. No me gusta la farándula. Mi íntima biografía no hace más que denunciar el hecho de amar los libros y que la muy temprana experiencia de escribir me hizo diferente, me abrió una ventana sobre mí mismo y sobre los anillos de Saturno que nos rodean. Siento, pues, que existe en la literatura una posibilidad superior de existencia. Con ella he sobrevolado las grietas de hielo más crueles. Es fundamental. Recuerdo que al visitar a Alberto Romero, en su lecho de enfermo del Hogar Israelita, en 1981, pocos meses antes de que él dejara este “conventillo”, la enfermera le dijo que yo era un escritor. Romero se irguó entre las mangueras y tubos que acosaban su cuerpo y me apretó la mano entre las suyas. A él se le llenaron los ojos de lágrimas. Y a mí también.
2.-¿Opinión sobre la literatura chilena actual?Desoladora. Especialmente la poesía de los que publican más menos del 80 hasta la fecha. No se cansan de imitar a Dylan Thomas, a Ferlinghetti y a los poetas alemanes. Son malos alumnos de Parra, además, y tratan de ocupar un espacio aquí con esa técnica que tiene más de veinte años en Europa y Estados Unidos. Aquellos poetas “malditos” vienen del quiebre que produjo la Segunda Guerra. Aquí, aparecen tras el hotdog y la cocacola con vino. Trastornan la gran línea creativa de nuestra poética. Y le siguen jóvenes de “todo” sexo sin saber ellos lo que hacen. Han aplanado la imaginación. Sus temas son sociales pero no son iluminaciones. No son capaces de abarcar la sociedad y lo que hay tras ella, menos de ser visionarios.
3.- ¿Cómo se relaciona con los escritores de su generación?
No pertenezco a ninguna generación literaria. Ni soy nada especial en este sentido. Y he sido feliz durante mucho tiempo (ahora lo sé), escanciando un buen tinto para regar una buena charla en torno a una mesa con maestros y amigos escritores (a lo mejor compartiendo un pernil de chancho, o cada uno enfrentado a un churrasco con palta y mayo). Por ahora sólo tengo añoranzas y buenos recuerdos en el paladar y en el olfato.
4.- ¿Cuáles son el poeta y el narrador vivo más importantes en Chile?
¿Los más importantes? Según como se mire. Importante es Nicanor Parra, por su aporte lingüístico a la poesía. Importante fue Donoso, por los matices de su obra. Importante es ahora Isabel Allende por su éxito internacional (“La Casa...” y nada más). Importantes son Gonzalo Rojas, Raúl Zurita y, tal vez, Oscar Hahn. ¿Qué determina la importancia de un escritor? ¿Los premios, las ediciones de lujo, el autobombo, las universidades extranjeras?Lo trascendente, la creación de corrientes con influencias orientadoras y vitalizantes, que es lo que vale, sólo se escribe bajo la mano crítica del tiempo. Los que escriben para el monumento, no saben lo que hacen. No tienen grandeza ni generosidad.
5.-¿Qué opina de la institucionalidad cultural?
¿Alguna vez hemos gozado (antes) de institucionalidad cultural, entendida como política oficial abierta y de mecenazgo, como para que añoremos algo semejante? Lo que se está sembrando estos últimos años tiene su correspondencia en los programas que se aplican en importantes países del mundo. Hay, por lo tanto, una revisión de fondo social a contrapelo del liberalismo económico (asesino cultural). Porque es posible crear direcciones y caminos. La enorme bolsa que el Gobierno está abriendo, llega, indiscutiblemente, a muchos. Pero la literatura no es el único rubro para esta inversión. Lo que había tras una realidad ya vieja, era la falta de esperanzas para los creadores de todo género (incluso las letras). Sin embargo, el verdadero escritor, elpensador y arquitecto de una espiritualidad, el que renuncia a las convenciones, el que atraviesa el tiempo, no tiene derecho a esperar mecenas.
6.-¿Tiene planes de publicar próximamente?Antes que editar me preocupa no perder de vista el sentido de lo que estoy haciendo y si hago un aporte al granero literario. Puedo lanzar un libro cada año, a lo mejor durante diez. Pero, ¿mi estancia en el reino del arte es un espejismo, es un encubrimiento de la vanidad, o, derechamente, una trascendencia espiritual? Si entrego un texto según algunos preceptos exigentes, las ediciones pueden venir solas. Como los sobrinos de Mickey Mouse, digo que “lo intentaré”.
7.- ¿Cuáles son sus tres virtudes y tres defectos más sobresalientes?
Sólo uno de cada uno. Amar el arte repitiendo como loro “Todo lo que no sea literatura me aburre”. Y, por otro lado, no haber tomado con espíritu no ingenuo la vocación cuando era joven y podía orientar mi vida hacia donde yo quisiera. ¿A quién culpar de aquello y también de esto?
8.-¿Existe la crítica literaria?
La crítica literaria existe. Pero no hay escritores, intelectuales o “académicos” que la asuman con criterio estético y profesional. No dudo, hay buenos lectores que comentan libros, que cumplen con un precepto básico: orientar al lector. ¿Hacia dónde?, es la pregunta dolorosa. Suelen evidenciar la camiseta (editoriales que están detrás para empujar sus propios libros). Los buenos críticos han sido varones, varones independientes de opinión por lo general. ¿Por qué nunca mujeres? También es necesario reconocer que ese ingrato oficio requiere tener un bagaje previo de lecturas muy intenso y profundo (desde Sainte Beuve y Taine, entre los modernos) y que ese ejercicio diario no debe detenerse jamás; y, entonces, ¿se puede vivir exclusivamente como crítico? Los medios de comunicación (los de tinta) no “venden” con la literatura porque se borró la capacidad lectora de las masas educadas. La mismo queja se escucha en Norteamérica y Europa. El sistema económico mercadista es opuesto a la actitud generosa, casi romántica, de los grandes críticos. El mejor libro sobre dicho género, en nuestro medio, es (o fue) “La Evolución de la Crítica Literaria en Chile” (Universitaria, 1965), de John P. Dyson, observador y metódico profesor de Indiana. Asombran esas páginas que muestran el apogeo de la actividaden este país. ¿Cuándo murió esa actividad? Y una pregunta más: ¿qué hace el escritor chileno (residente aquí) para elevar per se el nivel de la autocrítica?